El imamato exotérico como esoterismo omnipresente en la hiero-historia chiíta

Publicado originalmente el 4 de septiembre, 2019

¿Qué rol juega el tiempo sagrado (o “hiero-historia”) en la cosmovisión chiíta? ¿cómo impacta esto en las interpretaciones chiítas de la historia y la justicia?

Artistic representation of Imam Hussein

Por Amitai Abouzaglo

Traducido al español por Valeria Páez y Tatiana Valenzuela

A diferencia de ciertas historias clásicas del mundo islámico, la cosmovisión chiíta no se fija en las eras doradas del pasado sino que, más bien, se construye alrededor de un panorama escatológico que florece en la era mesiánica. Para los chiítas, el pasado es esencialmente injusto, mientras que el futuro es la era fundamental, reveladora y redentora. La hiero-historia chiíta —la verdad metafísica que impulsa los ciclos humanos históricos vividos— reúne por lo tanto los puntos de vista del pasado y del futuro. La vida de un chiíta es demarcada por las oportunidades para oponerse a la injusticia pasada al igual que para restablecer al creyente hacia la perfección cosmológica. Las realidades del pasado y del futuro están siempre presentes para él o ella. Por lo tanto, no hay un sentido claro de linealidad en el tiempo sagrado chiíta. La concepción chiíta del tiempo sagrado surge a partir de la re-creación de los signos y observancias arquetípicas interconectadas con eventos concretos que han ocurrido u ocurrirán. Esotéricamente hablando, en la concepción chiíta de la hiero-historia, estos eventos que ocurrieron y los que aún no han ocurrido, pero que eventualmente dejarán una huella en la historia, están ‘re-ocurriendo’ continuamente en la realidad espiritual; están destinados a guiar la vida de los creyentes en cuestiones de esencial cultivación espiritual.

Los rituales asociados con la ciudad sagrada de Karbalá ilustran la naturaleza cíclica del tiempo sagrado chiíta y su impacto en la vida religiosa del chiíta. La designación de Karbalá como el lugar supremo de peregrinación para los chiítas es atribuido tanto al evento singular ocurrido allí —el asesinato del Imam Husein— como al significado teológicamente transhistórico que este lugar ha adquirido en la devoción chiíta desde entonces. En Karbalá, el Imam Husein, y por extensión toda la Casa de Muhammad, fueron despojados de la justicia. Los chiítas identifican la familia de Muhammad como “la Casa de los Lamentos” (bayt al-ahzan) percibiéndose a sí mismos, seguidores de la familia del Profeta, históricamente agraviados en un entendimiento paralelo. Los chiítas son exhortados a participar en el siempre vivo Karbalá posterior a la batalla acaecida de Karbalá. Karbalá personifica la injusticia en la historia al prometer la restauración de la justicia; ambas cualidades se encarnan en el martirio del Imam Husein. El acto en la historia adquiere un rol iniciatorio en la hiero-historia chiíta, fijando el estado cosmológico de la tragedia en ese lugar y en la memoria colectiva de los chiítas.

Mirror calligraphy

El martirio del Imam Husein es un prototipo de la necesidad por sacrificarse con el fin de salvar al islam de sus usurpadores, mientras que la injusticia de su muerte significa el estado general de la injusticia particular para los chiítas y universal para la humanidad, que reinará hasta la venida del Mahdi. Todas las tragedias particulares son vistas como microcosmos de la gran tragedia de Karbalá.

La batalla cosmogónica universal por la verdad contra la falsedad es particularizada en la batalla de Karbalá: “esta batalla tiene repercusiones en todos los períodos de todos los ciclos de la historia, oponiendo a Profetas e imames de cada religión, a las personas de la derecha (aṣḥāb al-yamīn), contra las fuerzas de la ignorancia, las personas de la izquierda (aṣḥāb al-shimāl)” [i]. Los rituales de Ashura en conmemoración de la muerte del Imam Husein permiten a los chiítas orientar sus vidas religiosas hacia la transhistórica y siempre presente realidad de Karbalá. La tradición de la peregrinación a Karbalá, que tiene el fin de renovar el propio pacto con el Imam Husein, así como la puesta en escena pública que juegan la pasión (taziya) y las elegías (marziya) en el despertar del llanto y el dolor en una identificación empática con el sufrimiento del Imam, le permiten a los chiítas ser contados entre los devotos del Imam Husein y ser relacionados personalmente con el mensaje redentor de su martirio.

En otras palabras, la hiero-historia chiíta consiste en una interacción entre los fundamentos exotéricos (zahir) y esotéricos (batin) de la escatología chiíta, cuyo curso es moldeado por la interpretación de la historia vivida de los chiítas y enfocada en el ejemplo de los imames. La era reveladora definitiva contiene significados tanto exotéricos cómo esotéricos. El refrán “todo día es Karbalá” es entendible a través de tal interacción. Lo que es cósmico en significado encuentra fundamento en la realidad y es practicable en el aquí y en el ahora. Lo que aquí es reconocido exotéricamente, se hace palpable sólo esotéricamente.

La institución del imamato apunta a lo que puede ser quizás la pretensión más radical inherente a la hiero-historia chiíta: la profecía es insuficiente por sí misma. La ausencia del profeta vivo demanda una interpretación autoritaria de la escritura y poderes legislativos legítimos. Estos roles asociados con la profecía son conferidos al imam. El imamato “es el complemento indispensable a la profecía (nubuwa) de acuerdo con el par chiíta ẓāhir/bāṭin que opera en todos los niveles de la realidad” [ii]. El imam presta su voz al Corán “silencioso”, haciendo que sus enseñanzas, instrucciones, y sabiduría sean accesibles a los chiítas. El Imam Husein ejemplifica el lado esotérico de la imamología chiíta. El sufrimiento definitivo que soportó el Imam Husein concede redención para toda la humanidad. Establecida en su interior está la relación humanidad-divinidad mediante la cual el sufrimiento de proporción trágica experimentado por el Imam Husein se ata inexplicablemente a la salvación universal. “Los imames, por lo tanto, son considerados en la declaración teológica chiíta de la creencia (‘aqidah) como un acto de gracia divina, y la tierra no puede estar sin un Imam en ningún momento” [iii]. La leal fidelidad (walaya) a los imames, los que han de seguir el modelo del Imam Husein, es lo que garantiza la fe misma.

La perspectiva que identifica el “Imam histórico” como “el punto de manifestación para el Imam cósmico” es similar a la estructura de la hiero-historia chiíta [iv]. De acuerdo con esta similitud, el presente histórico (representado por la presencia del Imam histórico) está vinculado con aquello que yace más allá de cualquier momento histórico (representado por la presencia trans-histórica del Imam cósmico). Es la walaya hacia el Imam lo que genera el vínculo entre la realidad aparente y la realidad cósmica. El momento presente de fidelidad proporciona acceso al marco escatológico que va de la injusticia a la redención trazado por el martirio del Imam Husein. El rol del Imam es dirigir a los fieles a través de este marco escatológico. Allí radica la insuficiencia de la profecía con respecto al imamato. La institución de la profecía informa por igual a los creyentes y a los no creyentes del camino correcto, mientras que la institución del imamato conduce a los fieles a través del marco escatológico divinamente designado.

“Es la walaya hacia el Imam lo que genera el vínculo entre la realidad aparente y la realidad cósmica... La institución de la profecía informa por igual a los creyentes y a los no creyentes del camino correcto, mientras que la institución del imamato conduce a los fieles a través del marco escatológico divinamente designado”.

A pesar de su designación como vicerregentes de los profetas, los imames ocupan un lugar más central que los profetas en la perspectiva chiíta de la creación y la culminación escatológica del mundo [v]. Los imames son, al mismo tiempo, el agente y la razón de la creación; los portadores de los pecados de los piadosos; los mártires que salvan y juzgan a sus seguidores; y el liderazgo que completará el ciclo de la profecía en el recuento mesiánico final. Las tradiciones cosmogónicas —que presentan la walaya del Imam y la creación como co-temporal [vi]— presentan al imam y a sus adeptos como el ejército de la inteligencia cósmica (al-‘aql) que ha luchado contra el ejército de la ignorancia cósmica (al-yahl) desde el origen de la creación [vii]. Adicionalmente, el imam arquetípico representa la “prueba exterior” de Dios, mientras que la prueba interior de Dios, la hiero-inteligencia (‘aql), es esencialmente “el Imam interior de los fieles leales” [viii]. El imam vicerregente se convierte aquí en la forma metafísica del imam de la verdad. La verdad única del imamato es primordial. La mirada chiíta del tiempo sagrado permite que la historia encuentre la Divinidad a través del imam. En términos místicos, “el imamato histórico es fundamentalmente la religión del amor a través del Rostro de Dios, que no es otro que el Imam cósmico” [ix]. Los chiítas piadosos se esfuerzan por cultivar su imam interior, siguiendo a su vez las enseñanzas de los imames a lo largo de su vida. Este esfuerzo alcanza su apoteosis en el luto por el Imam Husein y por la Casa de los Lamentos, en el que las lágrimas de los piadosos “se convirtieron en una fuente de salvación” [x]. El imamato funciona como el canal no lineal desde la historia hacia la verdad esotérica y, eventualmente, hasta la escatología.

Los chiítas duodecimanos centran su devoción alrededor del Imam Oculto, también conocido como el Imam Mahdi, cuya reaparición marcará el advenimiento de la era escatológica [xi]. Incluso después de la ocultación del Imam Mahdi en el 941, los duodecimanos creen que su luz irradia más allá del misterio velado de su ubicación desconocida. Su reaparición promete acercar al mundo a la luz plena. La fe en la soberanía del Imam Mahdi, a pesar de su aparente ausencia, es crucial en la vida de los chiítas. La venida del Mahdi implica la venganza final por el asesinato del Imam Husein en Karbalá y, además, por el correlato universal del sufrimiento humano general. El Imam Mahdi “no sólo liberará a los oprimidos de la época, sino que también vengará todas las injusticias acumuladas a lo largo de los tiempos” [xii]. Entre los fieles a la misión del Mahdi, que lo ayudarán en su victoria, se encuentran las masas de los oprimidos [xiii]. El fundamento de probabilidad para este punto de vista es la autopercepción chiíta de ser el movimiento injustamente oprimido dentro de la historia del islam. La hiero-historia chiíta está entonces unida especialmente a la creencia en el final de la historia, garantizada únicamente por la futura redención a manos del Imam Mahdi.

La redención escatológica instigada por la revelación del Imam Mahdi se refiere tanto a la salvación colectiva frente a la culminación del mundo, como a la salvación individual que los seguidores del Imam puedan alcanzar antes de su advenimiento. La vida devota de los chiítas, que tienen doctrinalmente prohibido proclamar el tener contacto público con el Mahdi, hace énfasis en el principio de esperar su regreso (intizar). Existe un gran debate dentro del chiísmo sobre lo que se considera una preparación adecuada. No obstante, el énfasis en la espera, sea cual sea su interpretación, vincula directamente a los chiítas con la visión hiero-histórica del chiísmo; la exhortación para entender “de dónde vienes y hacia dónde vas” convierte la naturaleza cíclica del tiempo sagrado en un objeto de concreta y devota atención. Si no proclaman el contacto con el Mahdi hasta su regreso público, al menos los chiítas, a través de sus modos de realizar intizar, permanecen en contacto con el alcance de su perspectiva religiosa y escatológicamente profunda, y viven y actúan como si sirvieran al Imam.

“La redención escatológica instigada por la revelación del Imam Mahdi se refiere tanto a la salvación colectiva frente a la culminación del mundo, como a la salvación individual que los seguidores del Imam puedan alcanzar antes de su advenimiento”.

La misión del Imam Mahdi incluye “una dimensión colectiva, universal, externa que se supone que ocurre en ‘la historia’ para alterarla o destruirla, y otra dimensión enteramente interna e individual que destruye el ser de los fieles” [xiv]. Tanto en el plano individual como en el universal, el Imam Mahdi restablece el orden de la vida en partes más completas. Lecturas esotéricas de la manifestación del Imam Mahdi han afirmado que él “establecerá universalmente la religión esotérica” [xv]; “sellará la victoria definitiva de las Fuerzas de la Inteligencia sobre aquellas de la Ignorancia” [xvi]; y reiniciará el origen de la creación, “cuando el universo era habitado sólo por la Hiero-Inteligencia y sus tropas” [xvii]. Dada la creencia central en la liberamiento absoluto de la injusticia y en la restauración mesiánica del gobernante legítimo a través del reinado del Imam justo, la hiero-historia chiíta encuentra interpretaciones audaces, instructivas y justificadas, si no totalmente ciertas.

La historia tiene un telos significativo para los chiítas, un sentido cuya sombra impregna la vida religiosa y la weltanschauung [xviii] de la comunidad de fieles. El reino de la historia es el mundo multidimensional del tiempo sagrado, el tiempo transfigurado por eventos y arquetipos fundacionales. La hiero-historia se despliega bajo la guisa de un ocultamiento histórico y una injusticia que, en lugar de oscurecer, revelan la sacralidad omnipresente pero incompleta del momento particular pasado en relación con el imamato. La naturaleza oculta y subversiva de este despliegue tiene sus raíces en la tragedia de Karbalá, que nunca debió considerarse como una tragedia única, sino más bien como un acontecimiento iniciático que planteó una nueva cara de la realidad a la que había que recurrir constantemente para preparar el camino hacia su consumación esotérica y universal en el período redentor. El rol del imam es garantizar el acceso de los chiítas hacia la salvación. La importancia principal y constante en la hiero-historia chiíta es, pues, el imamato histórico. La deferencia a la autoridad absoluta del Imam de la época y, por lo tanto, al Imam Mahdi para los duodecimanos, es el elemento clave de la fe. Pues fue un imam quien inauguró el ciclo del tiempo salpicado de injusticia y redención, y será entonces un imam —o más bien, el Imam arquetípico para el cual fue creado el mundo— quien lo complete. 

 

Amitai Abouzaglo es estudiante de último año de la Universidad de Harvard. Cursa un B.A. en Estudios de la Religión. Sus áreas de interés académico incluyen el pensamiento político moderno judío e islámico, el Jasidismo, el conflicto Israelí-palestino, y el estudio del pluralismo religioso.

Mira el perfil completo de Amitai Abouzaglo en el Project on Shi’ism and Global Affairs websit (sitio web del Proyecto sobre Chiísmo y Asuntos Globales). Síguelo en @AbouzagloAmitai.

Valeria Páez es licenciada en lenguas modernas con énfasis en inglés y francés, y estudiante de Filosofía en la Pontificia Universidad Javeriana. Sus campos de énfasis e investigación son ELE (Español como Lengua Extranjera), los estudios críticos latinoamericanos y la filosofía colombiana.

Tatiana Valenzuela es estudiante de Literatura de la Pontificia Universidad Javeriana y traductora independiente de inglés-español. Sus áreas de estudio e interés incluyen la traductología y la traducción literaria, la gestión editorial y la literatura latinoamericana.

Pies de foto

Figura 1. Representación artística del Imam Husein con viñetas que narran la tragedia de Karbalá alrededor del Imam.

Figura 2. Ejemplo de escritura en espejo de la caligrafía islámica. Leva otomana o panel caligráfico del Siglo XVIII que presenta el testimonio chiíta “Ali es el vicerregente de Dios” (árabe: علي ولي الله) en anverso y reverso, creando una imagen reflejada.

Citas

[i] Mohammad Ali Amir-Moezzi, The Spirituality of Shi’i Islam (IB Tauris: London, 2011), “The End of Time and Return to the Origin,” 266.

[ii] Amir-Moezzi 247.

[iii] Mahmoud Ayoub, Redemptive Suffering in Islam: A Study of the Devotional Aspects of Twelver Shi’ism (Mouton: The Hague, 1978), 55.

[iv] Amir-Moezzi 256.

[v] Ayoub 65.

[vi] Amir-Moezzi 257.

[vii] Amir-Moezzi 266.

[viii] Moezzi 415.

[ix] Amir-Moezzi 271.

[x] Ayoub 147.

[xi] Moezzi 404.

[xii] Moezzi 406.

[xiii] Moezzi 412.

[xiv] Moezzi 405.

[xv] Moezzi 408.

[xvi] Moezzi 415.

[xvii] Moezzi 416.

[xvii] Palabra de origen alemán introducida por el filósofo Wilhelm Dilthey, cuya traducción recibe el significado de “forma de concebir el mundo y la vida” o “cosmovisión” [N. de las T..

Véase también la sección ‘Shi'a history and identity’ (Historia chiíta e identidad).

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